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Un polvorín llamado Turquía

Visita La Plata | 16:51:00 | 0 comentarios

Hasta antes del 15 de julio era casi inimaginable la posibilidad de un Golpe de Estado en Turquía. Se trata de un miembro clave de la OTAN que fue considerado cómo el modelo a seguir por los rebeldes de la Primavera Árabe. Pero el giro de su política exterior termina poniendo en jaque la estabilidad de un país y de la región.

Luego de ser Primer Ministro durante una década, Recep Tayyip Erdoğan fue electo Presidente con el 51% de los votos en el año 2014. Para ello debió realizar una fuerte reforma constitucional hacía una democracia directa y presidencialista. Atrás quedó el modelo de república parlamentaria preferida por los europeos.
El Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) llegó al gobierno en el año 2003, siendo un sector político de centro derecha conservadora. Desde entonces el país comenzó una fractura interna por su tendencia al centralismo, la censura a sectores opositores y por promover la fusión entre el Gobierno y la Religión (Islam Sunita). En 1998 Recep Erdoğan había sido sentenciado a 10 meses de cárcel por intolerancia religiosa. Años más tarde la Miss Turquía Merve Buyuksarac fue condenada a un año de cárcel en suspenso por haber “insultado” a Erdoğan tras compartir un poema satírico en Internet. Desde que llegó a la presidencia, Recep Erdoğan presentó 1845 denuncias por “injurias”.

Pese a la opresión y a los resistidos cambios estructurales que aplica el gobierno, gran parte del la ciudadanía impidió el triunfo del golpe militar. El Presidente posee gran afecto entre sus simpatizantes porque es el referente de la recuperación económica luego de la crisis de los años ’90. Como líder impulsó la inversión en infraestructura y tecnología que generaron beneficiosos cambios en la vida cotidiana de las personas. 
Si bien el AKP representa para muchos la visión de un mejor futuro para el país, Recep Erdoğan es quien también promueve un discurso que emula el mito del glorioso Imperio Otomano, fomenta la burla hacía occidente, y pretende revivir lengua otomana imperial como símbolo nacional. De más esta decir que esta aspiración ha despertado preocupación en la zona porque el histórico Imperio Otomano cubrió gran parte de tres continentes.

El golpe fallido del 15 de julio no llegó a exponer un referente ideológico ni a formular grandes postulados, pero si llegó a decir: “Las Fuerzas Armadas turcas han tomado el control total del país para reinstalar el orden constitucional, los derechos humanos y las libertades, el cumplimiento de la ley y la seguridad general que fueron dañados. Todos los acuerdos internacionales son aún válidos. Deseamos que todas las buenas relaciones con todos los países continúen”.
Al día de hoy se hay realizado al menos 20000 arrestos y 265 muertos, pero no se sabe quién lo promovió. El Presidente Erdoğan apuntó contra su ex-aliado y principal rival político, el imán turco Fethullah Gülen que se encuentra exiliado en Estados Unidos desde 1999.

Luego de la Segunda Guerra Mundial Turquía abandonó su postura neutralista para ingresar a la OTAN (1952). Dentro de la organización ha tenido un rol tan clave como conflictivo. Por su posición geográfica que unifica continentes y culturas, durante décadas fue el país promotor de la occidentalización de las naciones islámicas. Además representaba la primer defensa militar ante la extinta URSS, por lo cual posee el segundo ejercito más grande de la Alianza.
Pese al trato preferencial que Turquía ha recibido por importancia fronteriza, no es vista por Europa como una nación amistosa y pacífica. Su ingreso a la Unión Europea es resistido por su invasión a Chipre y las pretensiones sobre Grecia. Pero sus chances tampoco son descartadas porque su territorio es vital para los oleoductos que necesita Europa para no depender del gas ruso.

En los últimos diez años la situación internacional ha cambiado, la guerra fría terminó y se renuevan las críticas contra la violación de Derecho Humanos. Tantos sus históricos aliados (Europa y EEUU) como sus adversarios (Rusia e Irán) reconocen el Genocidio Armenio realizado por el Imperio Otomano (1915-1923). Pero para el Presidente Erdoğan estas declaraciones son actos de “racismo europeo” y advirtió que tendrían consecuencias “diplomáticas, comerciales y militares”; incluso también se lo advirtió al Papa Francisco
El actual el gobierno turco también fue señalado ante la ONU como responsables de sistemáticas violaciones a los DDHH contra el pueblo Kurdo. Una anécdota de color en este sentido es que el presidente Erdoğan fue galardonado con el premio “Muhamar Gadafi a los Derechos Humanos” (2010) por el derrocado dictador y genocida Libio Muhamar Gadafi.
La guerra civil de Siria puso a Turquía y sus contradicciones al filo de la inestable navaja internacional. Su leve ingreso al conflicto contra los grupos extremistas solo habría sido por la fuerte presión norteamericana que necesitaba bases operativas. En tanto Rusia ha señalado al Presidente Erdoğan como el financiero del grupo islamista sunita ISIS tras descubrirse la importación ilegal de petróleo por sus fronteras. Por si las acusaciones no fueran pocas, el gobierno turco derribó un avión ruso (11-2015) y atacó ciudades kurdas en Irak (4-2016) que son respaldas por EEUU en reconocimiento por la resistencia que presentaron frente a las tropas de ISIS.

El fracasado intento de golpe de estado en Turquía está lejos de arrojar un panorama de estabilidad al país y a la región. Lo que sí es un hecho es que los deseos del Presidente Erdoğan por emular al Imperio Otomano están aislando al país y abren las puertas una segunda guerra civil en medio oriente. Un deseo nacionalista-imperialista que indudablemente terminará chocando con los mismos sentimientos similares que están aflorando en Oriente, Asia y Europa.


Por: Sosa Damián E.

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