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A 40 años, Obama en Argentina

Visita La Plata | 8:56:00 | 0 comentarios

Se están por cumplir 40 años del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, en esta ocasión se contará con la presencia inédita de un Presidente norteamericano. Este país ha tenido un rol trágicamente importante en una de las etapas más oscuras del país. Pero aun así su llegada no debe ser considerada como una ofenda a la memoria sino más bien una autocrítica y reivindicación a los DDHH.

Barack Obama no viene solo con una comitiva de 200 empresarios e incontables efectivos de seguridad. Consigo mismo también trae una respuesta histórica: la desclasifición de los archivos de los servicios de inteligencia sobre los sucesos en Argentina entre 1976 y 1983. Estos documentos han sido reclamados durante años por los organismos de DDHH.
Esta no es la primera vez que el Presidente de EEUU colabora en los esfuerzos por reconstruir los sucesos durante las dictaduras latinoamericanas. En julio de 2015, durante su visita a Brasil, le entregó a la Presidente Dilma Rousseff copias de información similar. También desde su llegada a la Casa Blanca mantuvo una política de apertura, denuncia y justicia en torno los abusos ocurridos durante las guerras de Afganistán (2001) e Irak (2003).

Como se planteo anteriormente EEUU ha tenido un rol central en la historia de los gobiernos defectos latinoamericanos. Muchos de los militares que ejecutaron la ruptura del orden institucional casualmente se formaron en la “Escuela de las Américas”. Entre los diversos contenidos que se impartieron se encuentran las técnicas de tortura como el manual “Kubark”. Entre los egresados se puede mencionar a Emilio Massera y Jorge Videla, Suárez (Bolivia), Contreras (Chile) y Noriega (Panamá). 
La colaboración norteamericana con los sistemas de factos supo ser muy estrecha en términos informativos, económicos, logísticos, operativos y políticos. Tanto que el dictador Leopoldo Galtieri decidió invadir las Islas Malvinas con la hipótesis errada de que EEUU se mantendría neutral.
Pero pese a la reprochable intervención norteamericana, con pleno conocimiento/complicidad de las violaciones a los DDHH, el actual Presidente no es responsable. Habiendo nacido el 4 de agosto de 1961, Barack era solo un adolescente cuando ocurrían todo tipo de masacres en nuestro país. De hecho Obama no se inicia en la política hasta fines de la década del ’80. Pretender realizar un repudio contra su persona es como acusar a cualquier político de derecha actual por el genocidio de Patagonia Rebelde de 1921; o señalar a un político de izquierda por las matanzas de Stalin en la URSS.

No existen líderes políticos perfectos, pero difícilmente se pueda incluir a Obama entre los peores y más reaccionarios en los tiempos contemporáneos. Estamos hablando de la persona que intentó reducir las intervenciones armadas de EEUU en otras naciones. Muchas veces fue catalogado por sus opositores como “comunista” por intentar ampliar el acceso al circuito de salud, reducir el acceso público a las armas y reabrir la diplomacia con los gobiernos de Cuba e Iran.

Estados Unidos siempre tuvo y tendrá una política exterior cuestionable. Su carácter de ser la mayor potencia mundial y sus políticas imperialistas le han brindado muchas ventajas. Sobran motivos para criticar esta forma de manejarse en el mundo, con su intervencionismo acostumbrados violentar las soberanías nacionales en forma directa e indirecta. Pero creer que es la única nación con este comportamiento es tener una visión sesgada del mundo político. Rusia tiene las mismas acciones en Europa oriental, se lo ve claro en las presiones sobre Ucrania y Georgia. La China comunista tampoco construye su poder en forma inocente. Además de la explotación de su masa laboral, no son pocas las amenazas del gigante asiático a sus vecinos. El gigante asiático mantiene una política de invasión militar y opresión al Tibet desde 1951. Pero desde luego que las visitas de sus mandatarios no han levantado tanto revuelo.

Si pretendemos que la visita de Barack Obama es una falta de respeto a la memoria del país, entonces también lo debe ser la presencia de cualquier otro político argentino o extranjero. Incluso es ir contra los mismos postulados históricos sobre “la Memoria” si se considera que el acto diplomático incluye la apertura de documentos que marcarán un antecedente político, seguramente con tonos de autocrítica.

Por Sosa Damián

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